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Adquirir una vivienda propia se ha convertido en uno de los mayores desafíos para los jóvenes, quienes enfrentan un panorama marcado por los altos precios del sector inmobiliario y la falta de historial crediticio.

Estas condiciones limitan significativamente el acceso a créditos hipotecarios tanto en el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) como en las instituciones bancarias del país.
De acuerdo con datos de BBVA, entre 2016 y 2022, el precio de la vivienda en México se incrementó un 58.4%, mientras que las rentas aumentaron 16.5% en promedio.
Esta tendencia continúa en 2025: según el Índice SHF de Precios de la Vivienda, en el primer semestre del año el valor de las casas subió 8.4% en promedio en 23 estados del país, lo que agrava el panorama para quienes buscan independizarse o formar un patrimonio.

Ante este escenario, el Infonavit implementó en 2020 el programa Unamos Crédito, una iniciativa destinada a apoyar a jóvenes y personas con bajos ingresos que no cumplen los requisitos tradicionales de cotización.
Este programa permite unir créditos entre dos personas, incluso si no están casadas, para incrementar el monto total del préstamo y facilitar la compra de una vivienda.
Desde su lanzamiento y hasta finales de 2024, Unamos Crédito ha beneficiado a más de 279,634 familias, de acuerdo con cifras del Infonavit.
Este esquema ha contribuido a que el acceso a créditos hipotecarios aumente en más de 103%, mostrando que las estrategias colaborativas pueden marcar una diferencia en el mercado habitacional.
Sin embargo, especialistas advierten que, aunque programas como Unamos Crédito ofrecen alternativas, el problema de fondo persiste: los salarios no crecen al ritmo del costo de la vivienda.
Sin políticas integrales que regulen el mercado y mejoren el poder adquisitivo, la casa propia seguirá siendo un sueño lejano para miles de jóvenes.



