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Después de 43 días de parálisis administrativa, los legisladores de la Cámara de Representantes regresarán a Washington para votar una propuesta destinada a reabrir el gobierno federal, en lo que sería el cierre más largo de la historia moderna de Estados Unidos.

La medida, aprobada previamente por el Senado, promete restaurar la financiación hasta enero y revertir los despidos de trabajadores federales, mientras las tensiones políticas continúan entre republicanos y demócratas.
El presidente de la Cámara, Mike Johnson, enfrenta el desafío de reunir los votos suficientes en medio de divisiones internas dentro del Partido Republicano.

El presidente Donald Trump calificó el acuerdo como una “gran victoria”, aunque los demócratas advirtieron que se opondrán porque la propuesta no incluye la extensión de créditos fiscales de salud que benefician a millones de estadounidenses.
La falta de consenso refleja la polarización política que ha caracterizado a las últimas administraciones.

Este cierre se suma a una serie de bloqueos presupuestarios que históricamente han paralizado la administración federal, desde el ocurrido en 1995 bajo Bill Clinton, hasta el de 2018 impulsado también por Trump.

En cada caso, la disputa por políticas clave —desde el control del gasto público hasta el financiamiento del sistema de salud— ha dejado a miles de empleados sin salario y ha generado un fuerte impacto económico y social.
El actual impasse no ha sido la excepción, afectando a aeropuertos, programas alimentarios y familias en vísperas de la temporada navideña.

El nuevo acuerdo bipartidista busca extender temporalmente la financiación del gobierno, proteger los empleos federales y asegurar el funcionamiento de programas vitales como los de asistencia alimentaria y beneficios para veteranos.
Sin embargo, el debate de fondo persiste: los subsidios de atención médica de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, cuya expiración podría duplicar las primas para millones de familias, seguirán siendo el eje de la confrontación política en diciembre.
Los analistas advierten que los cierres de gobierno se han convertido en un instrumento de presión política más que en una herramienta de negociación fiscal, afectando la confianza ciudadana en las instituciones.

Mientras tanto, millones de estadounidenses esperan que esta “larga pesadilla nacional”, como la llamó Johnson, llegue a su fin sin nuevos costos para el país.



