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Las elecciones presidenciales en Honduras se desarrollan bajo una tensión creciente, con un recuento provisional que muestra una diferencia mínima entre los aspirantes con mayor apoyo: el centrista Salvador Nasralla y el conservador de derecha Nasry Asfura.

El estrecho margen ha generado incertidumbre dentro y fuera del país, convirtiendo la contienda en un escenario delicado para la estabilidad política hondureña.
El mensaje de Trump
En este contexto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a intervenir públicamente para respaldar a Asfura.
A través de su red Truth Social, acusó al país centroamericano de intentar “manipular” las elecciones y lanzó una amenaza directa: “Si lo hacen, lo pagarán muy caro”.
Las declaraciones han generado críticas y señalamientos de interferencia, dado que Honduras es considerado un país pequeño y con un peso moderado en la política internacional.
Una reacción que revela un patrón mayor
Expertos coinciden en que esta intervención no es un episodio aislado.
Cathryn Clüver-Ashbrook, de la Fundación Bertelsmann, explica que Trump actúa bajo una lógica de “esferas de interés”, donde se percibe a sí mismo como un líder que busca moldear políticamente el hemisferio occidental según sus prioridades personales.

Su visión no responde a la diplomacia clásica estadounidense, sino a un enfoque de poder directo, ideologizado y altamente confrontativo.
Latinoamérica, centro de una nueva estrategia de presión
Las intervenciones de Washington bajo la administración Trump se han intensificado en América Latina: amenazas militares hacia Venezuela, presión a líderes colombianos, apoyo económico estratégico a Argentina y recomendaciones electorales explícitas en Honduras.

Este patrón revela un intento de reposicionar la influencia estadounidense en la región mediante mecanismos de coerción, incentivos económicos y afinidades ideológicas.
Europa también entra en el radar político
El estilo intervencionista no se limita al continente americano.
Trump ha manifestado apoyo abierto a figuras conservadoras en Europa, como Viktor Orbán en Hungría y Karol Nawrocki en Polonia, al tiempo que intensifica vínculos con sectores ultraderechistas como el partido AfD en Alemania.
Paralelamente, su gobierno instruyó a diplomáticos estadounidenses a promover posturas más duras contra la inmigración en el continente europeo.
La proyección global de la lucha cultural estadounidense
De acuerdo con la investigadora Celia Belin, la política exterior de Trump se ha convertido en la extensión internacional de la batalla cultural interna de Estados Unidos.

Sus documentos estratégicos, incluido el Proyecto 2025, promueven trasladar valores conservadores al extranjero, respaldando movimientos de derecha radical y normalizando agendas políticas que desafían el orden liberal europeo.
Europa responde
Analistas europeos advierten que las redes políticas conservadoras ligadas a la administración Trump cuentan con recursos financieros considerables y buscan influir en partidos, medios y organizaciones del continente.
La laxitud de las leyes de financiamiento político en varios países europeos podría facilitar mayores interferencias externas en los próximos años.
Una estrategia estadounidense que redefine prioridades globales
En un documento reciente de 33 páginas titulado Estrategia Nacional de Seguridad, Washington anunció una reorientación hacia América Latina, la lucha contra la migración y la contención de rivales geopolíticos como China.
La administración Trump propone incluso un “Corolario Trump” a la Doctrina Monroe, orientado a reforzar la hegemonía estadounidense en el continente y a controlar puntos estratégicos como el Canal de Panamá.
Estados Unidos ha buscado históricamente consolidar su influencia mundial, pero bajo la administración Trump este objetivo ha adquirido un carácter más ideológico y personalista.
La visión de Trump no se limita a promover la hegemonía estadounidense; busca modelar el orden internacional según valores conservadores y una agenda política alineada a su movimiento interno, conocida como MAGA.
En América Latina, Trump ha retomado elementos de la Doctrina Monroe, dando prioridad a la contención de rivales y a la imposición de su línea política.
Su interés recae especialmente en gobiernos afines ideológicamente y en regiones estratégicas como el Caribe, Venezuela y Centroamérica.
Esto explica por qué incluso países considerados “insignificantes” en términos geopolíticos, como Honduras, pueden convertirse en escenarios clave para proyectar poder.



