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Economía de EU tambalea y México queda en la línea de fuego
Un cierre de año incierto para la economía de EU y sus efectos estratégicos para México
La economía de Estados Unidos cierra 2025 con un panorama dual: una resistencia sorprendente junto a signos visibles de vulnerabilidad.
El crecimiento anualizado de 3.8% en el segundo trimestre muestra fortaleza, impulsado por la productividad asociada a la inteligencia artificial y el gasto persistente de los consumidores.

Sin embargo, la inflación continúa por encima de la meta del 2% que persigue la Reserva Federal, mientras el mercado laboral comienza a enfriarse.
Las señales mixtas provocan tensiones dentro de la autoridad monetaria estadounidense.
El presidente de la Reserva Federal de Richmond, Thomas Barkin, advirtió que “la Reserva Federal está atracando un barco en la oscuridad sin faro”, al reconocer lo incierto del entorno económico.
Inversionistas y gestores patrimoniales observan riesgos significativos, acompañados de oportunidades coyunturales, en un escenario en el que cualquier decisión sobre las tasas podría detonar fuerte volatilidad financiera.
Algunos gestores consideran que los recortes aplicados este año reflejan prioridad en la creación de empleo.
No obstante, la Reserva Federal podría mantener abierta la puerta a nuevos ajustes si los próximos datos laborales y crediticios muestran debilidad.
En este contexto, expertos recomiendan revisar deudas, diversificar carteras y seguir de cerca sectores ligados a la productividad y la inteligencia artificial.
La resiliencia económica de Estados Unidos no implica un auge pleno, sino un periodo de complejidad macroeconómica en el que la gestión activa de activos, liquidez y obligaciones fiscales resulta clave.
Para inversionistas con grandes patrimonios, la era de estrategias pasivas parece haber llegado a su fin.
Mientras tanto, en el plano internacional, la tregua comercial entre Estados Unidos y China abre una ventana estratégica para México.

Lejos de fungir como víctima colateral, el país emerge como un actor central capaz de posicionarse como puente logístico y productivo entre ambas potencias.
En 2024, el comercio bilateral México–China superó los 139 mil millones de dólares, y la inversión china rebasó los 2,700 millones, cifras que consolidan una relación económica creciente.
Las oportunidades para México se multiplican ante la previsibilidad arancelaria y el renovado diálogo entre Washington y Beijing.
No obstante, persisten riesgos: si China incrementa sus exportaciones hacia Estados Unidos, México enfrentará una competencia más dura.
Expertos advierten que el país no puede limitarse al ensamblaje; debe transitar hacia un modelo de innovación, valor agregado y encadenamientos productivos avanzados.
Académicos como Enrique Dussel Peters alertan que cualquier beneficio podría diluirse sin una estrategia industrial sólida.
Las restricciones sobre tecnologías sensibles, los requisitos de contenido regional y las tensiones geopolíticas generan incertidumbre.
Sin una política clara hacia China y sin mejoras en infraestructura, educación e inversión, México podría quedar atrapado entre dos titanes sin capacidad real de influencia.
México enfrenta así un desafío crucial: capitalizar la tregua entre las potencias para fortalecer su posición en cadenas globales de valor.
De no hacerlo, corre el riesgo de perder atractivo en un contexto en el que Estados Unidos absorbe 84 % de sus exportaciones y China provee 20 % de sus importaciones.



