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Una delegación oficial de Libia sostuvo este lunes una serie de reuniones con autoridades judiciales libanesas para discutir la posible liberación de Hannibal Gadafi, hijo del fallecido líder libio Muamar Gadafi, quien permanece detenido en Líbano desde 2015 sin haber enfrentado juicio.
Durante el encuentro, los funcionarios acordaron reducir drásticamente la fianza impuesta y considerar la revocación de la prohibición de viaje, según informaron a The Associated Press.
La delegación, compuesta por cinco representantes libios, se reunió con tres altos funcionarios judiciales, entre ellos el fiscal Jamal Hajar, para revisar el caso que involucra al hijo del exmandatario libio, acusado de retener información sobre la desaparición del clérigo chií Moussa al-Sadr en 1978, cuando Gadafi tenía menos de tres años.
El mes pasado, un juez libanés había ordenado su liberación bajo una fianza de 11 millones de dólares, pero el acusado alegó no contar con recursos para cubrirla.
Durante las conversaciones, los funcionarios libaneses aceptaron la entrega de un informe detallado sobre la investigación del caso Al-Sadr y acordaron trabajar en una salida humanitaria para Hannibal Gadafi, cuya salud se ha deteriorado en prisión tras una huelga de hambre.
De acuerdo con personas cercanas al proceso, se prevé que pueda viajar a Qatar, donde se establecería tras su liberación.
La organización Hostage Aid Worldwide, con sede en Washington, ha abogado durante años por su caso, denunciando violaciones al debido proceso y calificando su detención como una retención ilegal prolongada.
Posteriormente, la delegación libia se reunió con el presidente Joseph Aoun, a quien comunicaron el interés de Trípoli en restablecer las relaciones bilaterales y resolver los temas pendientes entre ambos países.
La oficina presidencial libanesa informó que Aoun apoyó la iniciativa y pidió eliminar los obstáculos que impiden la cooperación con Libia.
El caso continúa siendo un tema sensible en Líbano, donde la desaparición del clérigo sigue envuelta en misterio.
Mientras la familia de Al-Sadr sostiene que podría seguir con vida en Libia, la mayoría de los libaneses asume que fue asesinado.
Su desaparición ha sido uno de los capítulos más tensos de la relación entre Beirut y Trípoli.